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19 de octubre de 2012

F. SCHUBERT, Impromptu en Sol bemol mayor - V. Horowitz


¡Hola! ¿Qué tal? Espero que todo muy bien. Hoy vamos con un compositor austríaco del Romanticismo: Franz Schubert (Viena, 31 de enero de 1797-19 de noviembre1828). Al igual que el austríaco Haydn, Schubert aprendió música como cantante del coro de niños de la Capilla imperial. Cuando le cambió la voz, comenzó a dar clases con su padre, párroco maestro de escuela. Pero enseguida lo dejó para dedicar todo su tiempo a componer lieder (canciones para voz y piano: La bella molinera, Margarita en la rueca, etc), música de cámara (aquí escuchamos La trucha), alguna ópera y nueve sinfonías.
Schubert no disfrutó del reconocimiento en vida, por lo que necesitó de la caridad de sus amigos, quienes le daban cobijo y se reunían para disfrutar de su música;  el espíritu de estas veladas musicales pervivieron con el nombre de schubertiadas. El compositor murió a los 30 años, víctima de fiebres tifoideas. Su vida constituye el paradigma del compositor romántico.
En esta ocasión, vamos a escuchar su Impromptu en Sol bemol mayor,  D899 No.3. Un impromptu es una pieza para piano caracterizada por su continua improvisación. Su forma es tripartita (ABA) para dotarle de cocherencia. Schubert escribió dos conjuntos de cuatro piezas cada uno. Este impromptu en particular está compuesto en una tonalidad extraña, Sol bemol mayor, con seis bemoles en la armadura. Schubert lo compuso en 1827, sólo un año antes de su prematura muerte.

En este impromptu se reflejan todas las características de Schubert: el lirismo, siempre presente en sus obras; la importancia de la melodía, fundamental en sus lieder, con el acompañamiento armónico de la mano izquierda; la brevedad de la composición, y su aparente sencillez.

La melodía se mueve casi por grados conjuntos, lo que aporta tranquilidad y coherencia al oído. Se escucha en piano (suave), mientras el acompañamiento en arpegios, realizado por la mano izquierda con ayuda de la derecha, es casi inaudible. En 1:11 escuchamos una ligerísima modulación, que desemboca en 1:25 en La bemol mayor, para volver a la tonalidad principal inmediatamente. En 2:20 comienza un parte en tonalidad menor, que varía sobre la melodía principal, es más inquieta y constituye la parte B del impromptus. En 4:42 nuestro oído reconoce al punto la melodía principal, en tonalidad mayor, que abre la tercera parte de la obra, retomando A, con alguna transformación en la coda final hasta el acorde de tónica que pone punto y final a esta obrita.

Vladimir Horowitz fue un pianista ucraniano (1903-1989). Denostado por algunos por la teatralidad de sus representaciones y la excesiva emotividad de éstas, sus numerosísimos seguidores aprecian estas mismas características, encumbrándole como uno de los mejores pianistas de todos los tiempos.

A los asistentes al concierto de Viena les gustó, a mí también, ¿y a ustedes? Un abrazo y que sean muy felices.
El balcón (1845), Adolph Menzel (1815-1905)

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